Hablemos un poco
de mis expectativas hacia ti y tu forma de actuar. Yo veo que tienes un gran
potencial para realizar una infinidad de cosas. Tienes grandes talentos, los
cuales de una forma u otra, podrían ser causa de envidia para muchos. Dios te
hizo al estilo McDonald’s, o sea todo un combito. No eres solamente una simple
mujer u hombre, sino que además, tienes cientos de dones y habilidades que creo
que tú no has logrado percibir pero que yo sí. Y es precisamente eso, lo que me
molesta. Espero tantas cosas de ti que cuando veo que no las cumples, me siento
defraudada.
Espero que uses ese don tan especial de liderazgo que tienes, pero
cuando te veo sentada en una banca como
un zombie, me consumo por dentro porque sé que ese no eres tu.
Espero que uses
ese don de servicio que brota de ti, pero cuando te veo aletargada y obviando
grandes oportunidades para ayudar a tu prójimo, me indigno.
Espero que uses tu
gran habilidad para enseñar a otros, pero cuando noto que no estás anotada en
la lista de maestras de la Escuela Dominical, me digo a mi misma: ¡Pero qué
gran desperdicio de talentos! ¡Muchos niños se edificarían con sus clases!
Esperé y esperé tanto de ti, que al ver que no me cumplías, me rendí y dejé de tener
falsas expectativas.
Y no es que sean en realidad falsas, sino que tú no ves en
ti, lo mismo que yo veo. Al fin y al cabo, cada quién obedece lo que le dice su
propio espejo (autoestima y conciencia) y no el espejo del vecino.
Muchas han sido
mis frustraciones al ver rotas tantas expectativas que yo misma me creo de la
gente. Y eso me hizo reflexionar en dos aspectos:
1. Definitivamente
no soy Dios para juzgar a nadie ni decirle qué hacer y qué no hacer.
Probablemente yo vea miles de talentos en alguien pero si el/ella no se da
cuenta es como tratar de que refleje su ser en un espejo empañado. No verá
nada. Es su decisión limpiarlo e
identificar lo que está viendo.
2. Así como medimos,
seremos medidos. ¿Qué tal si Dios también
tuviera expectativas de nosotros? Creo que sí las tiene, pero su forma
de reaccionar es distinta al del ser humano. El no se frustra cuando nos ve
actuando sin fe, a pesar de que nos ha dicho infinitamente que confiemos en El
y El hará que todo suceda. Tampoco se frustra cuando cometemos los mismos
errores una y otra vez. Nos recibe con amor cuando actuamos de forma rebelde y
luego reaccionamos y tratamos de remediar el daño. Nos perdona todo 7 veces 7. Y
sobre todo, no nos abandona cuando nosotros lo abandonamos a El.
Si Dios me sigue
amando a pesar de que no cumplo sus expectativas,
¿Por qué me cuesta seguir
amando a aquellas personas que no cumplen las mías?
Esa es mi
pregunta.
Todavía estoy
interiorizando la respuesta.
Piénsalo.
@Lilimusical