lunes, 11 de agosto de 2014

Semana 32. ¿Me lo trago o lo digo?

Somos llamados a ser sabios y prudentes. Si existiera el gimnasio para ejercitar la lengua, estaría repleto! Es un órgano tan pequeño pero que necesita demasiado entrenamiento para mantenerla bajo control. ¡La hemos entrenado mal durante muchos años!
Hay que admitir que el 90% de las veces nos dejamos llevar por las emociones y las circunstancias y disparamos palabras sin control. Decimos todo sin pensar ni razonar y eso conlleva a un arrepentimiento posterior, pero ya el daño estará hecho y será difícil repararlo. Sin embargo, hoy no quiero referirme a esos momentos donde hablamos como locos cuando en realidad debemos mostrar prudencia y mantener los labios cerrados; sino que me gustaría reflexionar sobre aquellos momentos en los que hay que decir algo que posiblemente va a herir a la otra persona pero que es NECESARIO decirlo. ¿Qué harías? ¿Te lo tragas o lo dices?
Recientemente viví una situación parecida con alguien especial para mí. Debido a que deseo su bien, sentí la necesidad de decirle varias cosas que a mi juicio, no las estaba haciendo correctamente. Esta persona se molestó y evitó hablarme por un buen rato. Considero que mis palabras fueron bien pensadas y sin groserías pero asumo que como todos los seres humanos, no nos gusta que nos corrijan y mucho menos que nos digan qué hacer.
Todavía sigo creyendo que mi punto de vista fue válido y sinceramente no me arrepiento de haber sido honesta y exponer mi opinión. Cuando ves a alguien que aprecias haciendo algo que le puede traer malos resultados, es tu deber avisarle, ¿cierto?
Luego me acerqué y le dije que ya no volvería a hablarle de ese tema. Mi intención era advertirle de las posibles consecuencias que le podrían sobrevenir. No tiene ningún sentido seguir tocando un tema sensible para la otra persona.
Aprecio mucho el consejo de Joyce Meyer en su libro “Vive por encima de tus sentimientos”:
“Siempre tenemos que hablar la verdad en amor, 
y el que compartamos algo debe ser para ponerle fin y no para crear más heridas”
Desde que tuvimos esa conversación tan intensa, he cumplido mi palabra y no he vuelto a tocar el tema y hemos vuelto a tratarnos como si no hubiera pasado nada. Yo expuse mi punto y fui escuchada. Eso se lo agradezco en el alma.
En muchas ocasiones es correcto callar y ser prudente, pero en otras, es necesario hablar con el fin de AYUDAR a esas personas que tanto amas. Gracias al vínculo del amor y amistad, esa persona te escuchará aun cuando le duela porque te conoce y sabe que genuinamente quieres lo mejor para él/ella. Por supuesto, la decisión final no es tuya, pero al menos hiciste  tu parte…advertir y ayudar.

Pensemos antes de hablar, 
pero cuando decidamos hacerlo, 
digamos la verdad en amor.

@Lilimusical

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