Somos llamados a
ser sabios y prudentes. Si existiera el gimnasio para ejercitar la lengua,
estaría repleto! Es un órgano tan pequeño pero que necesita demasiado
entrenamiento para mantenerla bajo control. ¡La hemos entrenado mal durante
muchos años!
Hay que admitir
que el 90% de las veces nos dejamos llevar por las emociones y las
circunstancias y disparamos palabras sin control. Decimos todo sin pensar ni
razonar y eso conlleva a un arrepentimiento posterior, pero ya el daño estará
hecho y será difícil repararlo. Sin embargo, hoy no quiero referirme a esos
momentos donde hablamos como locos cuando en realidad debemos mostrar prudencia
y mantener los labios cerrados; sino que me gustaría reflexionar sobre aquellos
momentos en los que hay que decir algo que posiblemente va a herir a la otra persona
pero que es NECESARIO decirlo. ¿Qué harías? ¿Te lo tragas o lo dices?
Recientemente
viví una situación parecida con alguien especial para mí. Debido a que deseo su
bien, sentí la necesidad de decirle varias cosas que a mi juicio, no las estaba
haciendo correctamente. Esta persona se molestó y evitó hablarme por un buen
rato. Considero que mis palabras fueron bien pensadas y sin groserías pero
asumo que como todos los seres humanos, no nos gusta que nos corrijan y mucho
menos que nos digan qué hacer.
Todavía sigo
creyendo que mi punto de vista fue válido y sinceramente no me arrepiento de
haber sido honesta y exponer mi opinión. Cuando ves a alguien que aprecias
haciendo algo que le puede traer malos resultados, es tu deber avisarle,
¿cierto?
Luego me acerqué
y le dije que ya no volvería a hablarle de ese tema. Mi intención era
advertirle de las posibles consecuencias que le podrían sobrevenir. No tiene
ningún sentido seguir tocando un tema sensible para la otra persona.
Aprecio mucho el
consejo de Joyce Meyer en su libro “Vive por encima de tus sentimientos”:
“Siempre tenemos
que hablar la verdad en amor,
y el que compartamos algo debe ser para ponerle
fin y no para crear más heridas”
Desde que tuvimos
esa conversación tan intensa, he cumplido mi palabra y no he vuelto a tocar el
tema y hemos vuelto a tratarnos como si no hubiera pasado nada. Yo expuse mi
punto y fui escuchada. Eso se lo agradezco en el alma.
En muchas
ocasiones es correcto callar y ser prudente, pero en otras, es necesario hablar
con el fin de AYUDAR a esas personas que tanto amas. Gracias al vínculo del
amor y amistad, esa persona te escuchará aun cuando le duela porque te conoce y
sabe que genuinamente quieres lo mejor para él/ella. Por supuesto, la decisión
final no es tuya, pero al menos hiciste
tu parte…advertir y ayudar.
Pensemos antes de
hablar,
pero cuando decidamos hacerlo,
digamos la verdad en amor.
@Lilimusical
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