Miro por el retrovisor de mi vida y no puedo evitar esta
mezcla de sentimientos en mi pecho.
Imagino la vida que tuve y la comparo con la que quise tener
y siento una lágrima rodar por mi mejilla.
Lloro por un instante hasta que me doy cuenta que gracias al
pasado soy ésta persona fuerte y decidida hoy en día.
Algunos dicen que no debo mirar atrás pero es necesario
valorar el pasado para disfrutar el presente y tener esperanza de un futuro
mejor.
Grande soy porque así Dios me hizo. El dispuso todo el sexto
día para mi creación. No pudo darse el lujo de perder su tiempo.
Río ahora de felicidad al comprobar que soy importante para
Dios y que El me formó con un gran propósito: servirle a El haciendo uso de mis
talentos.
Oigo de Su boca éstas dulces palabras: “No tengas miedo. Yo
te he liberado; te he llamado por tu nombre y tú me perteneces. Aunque tengas
graves problemas, yo siempre estaré contigo; cruzarás ríos y no te ahogarás,
caminarás en el fuego y no te quemarás porque yo soy tu Dios y te pondré a
salvo” (Isaías 43:1-4)
¿Quieres ver un verdadero milagro?
Mírate al espejo.
@Lilimusical
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