lunes, 3 de noviembre de 2014

Semana 44: Un regalo mal envuelto

Hay días malos que luego se convierten en semanas malas. Ya sabes, ese tipo de días en los que todo te sale al revés, nada parece fluir como es debido, toda la gente como que está en tu contra…en fin, lo único que  falta es que un pajarito pase volando y te deje un recuerdito en la cabeza. L ¿Has tenido días así? Yo acabo de tener TODA una semana así. Los proyectos que tenía en mente no se dieron, la planificación que tenía hecha no se cumplió y mi nivel de paciencia hacia la gente y las situaciones era, sinceramente, casi nulo. Llega un momento en el que te paralizas de la rabia, del miedo y no sé qué más! Pero te paralizas, sin ninguna pista sobre qué hacer para salir de ese hueco. Así como cuando un carro se queda atascado en la arena, por más que aceleres más se hunde. Justamente así me sentí. Mientras más hacía o decía, más me hundía.
Me detuve. Y pensé. Si, pensé…(cosa que a veces dejamos de hacer simplemente por tener el piloto automático encendido todo el tiempo)
Reaccioné y me dije: Si te sigues resistiendo te seguirás hundiendo. Hay días que por más que quieras ser optimista, no lo puedes lograr. Son días malos y punto. De vez en cuando es bueno que ocurra una avalancha de nieve en tu vida que te tape completamente y te haga sentir casi muerta. De esta manera sabrás qué es estar viva. Las situaciones opuestas (rabia, odio, incomprensión) guardan un gran tesoro en sí mismas, nos abren los ojos ante las maravillas que tenemos en frente.

¿Y entonces qué hago? – me auto pregunté.
Casi sin pensarlo dos veces, surgió la respuesta: Déjate llevar, déjate enseñar, fortalécete en la tormenta y aprende a bailar en ella. Cuando todo haya pasado, no volverás a ser la misma, tu fe será más fuerte y tendrás una actitud de agradecimiento frente a las bendiciones que te regala la vida a diario. Incluso esas que casi ni siquiera notas, como el hecho de poder despertar un día más, por muy malo que fuese ese día, al menos lo pudiste vivir. Muchos hubieran dado lo que fuera por poder agregarle esas 24 horas más a su tiempo de vida en esta tierra. Alguien con los días literalmente contados, como un paciente con una enfermedad terminal, por ejemplo; hubiera agradecido ese día o semana “mala”, simplemente por el hecho de poder respirar durante ese tiempo.
Una semana más tarde del inicio de “esa mala racha”, todo volvió a la normalidad y pude comprobar las palabras de mi “Liliana-psicologa”: mi fe se ha fortalecido y he desarrollado una actitud de agradecimiento por cada detalle que Dios me obsequia…incluso, los días de fortalecimiento envueltos en un papel de regalo un tanto desprolijo al que muchos, al igual que yo, llamamos “días malos”.

@Lilimusical




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