lunes, 20 de octubre de 2014

Semana 41 y 42: La luciernaga que perdió su luz

En el centro de la ciudad había un parque grande y lleno de flores alrededor. Durante el día, muchos niños visitaban el parque para jugar con sus columpios y la caja de arena. Reinaba la alegría y la felicidad.
Pero la vida nocturna en el parque era muy diferente; no habían niños jugando, solo se escuchaba el sonido de los grillos…cri-cri. En este lugar vivía una luciérnaga que durante el día se escondía entre los arbustos para ver a los niños jugar. Pero de noche, volaba por todo lo alto brillando como solo ella sabía hacerlo. Acompañaba a la luna y las estrellas durante toda la noche.
Un día se dio cuenta de que los grillos tenían amigos y ella no, ella estaba sola. Se sintió tan triste, que poco a poco fue perdiendo su luz. Todos los días veía a los niños disfrutando en el parque y jugando con sus amigos. Eso la entristecía cada vez más. Porque lo que ella más deseaba en todo el mundo era tener amigos.
En un día muy caluroso, ella se posó junto a la fuente que estaba cerca de los columpios, y un niño se acercó a lavarse la cara y refrescarse un poco. La luciérnaga decidió acercarse a él y le dijo:  - ¡Hola allá arriba!.
- ¿Ahh? ¿Donde? – Respondió el niño muy asombrado.
-¡aquí abajo! ¡Mírame! – Exclamó la luciérnaga.
El niño bajó la mirada y le dijo: “Hola amiguita, ¿tu quien eres?”
“Soy una luciérnaga y estoy muy aburrida y solitaria” le dijo ella al niño.
¿Y por qué te sientes así? Vives en un lugar precioso, parece un paraíso. A mis amigos y a mí nos encanta venir todos los días a jugar aquí. Nos divertimos mucho.- dijo el niño, lleno de emoción.
Si lo sé –admitió la luciérnaga- Pero yo no tengo amigos como tú
¡Cuanto lo siento! – dijo con nostalgia el niño – Ahora entiendo tu tristeza.
Los amigos son muy importantes y no encuentro a nadie de mi especie, todos tienen amigos…hasta los grillos!. Creo que soy la única luciérnaga que queda en todo el mundo. Y además creo que estoy muriendo –dijo ella con resignación.
El niño asombrado le preguntó: ¿Por qué dices eso?
Y ella le contestó: Porque yo antes brillaba en la oscuridad y ya no. No entiendo que sucedió conmigo. Debe ser que estoy muriendo poco a poco.
El niño se quedó en silencio por unos minutos y luego dijo sobresaltado: ¡Ya sé que pasó contigo! Seguro que perdiste tu luz así como cuando yo pierdo mis juguetes. Eso suele pasar. ¿Qué tal si te ayudo a encontrar tu luz?
La luciérnaga emocionada le contestó: ¡Sería excelente! Al menos ya tengo un amigo, aunque no sea de mi propia especie.
Mientras los demás niños siguen jugando en el parque, la luciérnaga y el niño emprenden la búsqueda. Buscan en los columpios, detrás de los árboles, en las bicicletas de los niños, en las flores, en la caja de arena…pero no consiguen la luz.
De repente el niño recuerda que la luciérnaga le había dicho que ella brillaba en la oscuridad. Entonces él y su nueva amiga, esperaron que anocheciera. Mientras tanto, pasaron la tarde contando chistes y anécdotas divertidas. Era la primera vez en mucho tiempo que la luciérnaga se divertía tanto.
Como la luciérnaga sabía volar, comenzó a volar por todo el parque diciéndole al niño: “¡a que no me atrapas!” y el niño corría y corría detrás de ella. Se rieron y se divirtieron tanto que no se dieron cuenta de que ya había anochecido.
Y en ese momento ocurrió el gran milagro. Como la luciérnaga volvió  a ser feliz,  su luz se encendió nuevamente como por arte de magia. Pero ella no se dio cuenta, sino hasta que pasó por la fuente y vio su reflejo en el agua. Asombrada le dijo a su amigo: “¡Mira, encontré mi luz!”
¡Si! -Exclamo el niño-¡La tuviste dentro de ti siempre!
Esa noche, la luciérnaga volvió a brillar junto a la luna y las estrellas. Y ocurrió el segundo milagro. Como ella recuperó su luz, esta le sirvió de guía a otras luciérnagas vecinas que habían tratado de conseguirla pero como no veían su luz, no podían localizarla. Su luz, atrajo a nuevas amigas de su misma especie.
Desde ese momento, la luciérnaga prometió no apagar su luz nunca jamás.
El niño muy sonriente, se despidió de la luciérnaga diciendo: “Se feliz amiguita, y brilla siempre”

@Lilimusical

PD. Este fue el primer cuento infantil que escribí antes de decidir escribir mi libro Felizmente Soltera. He escrito otros más. Espero compartirlos con ustedes próximamente.

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