Dicen que hay dos grandes momentos en la vida de toda
persona: el día que nace y el día en que descubre para qué nació.
Viendo por el retrovisor de mi vida durante este año 2013,
he podido notar 3 momentos cruciales. Curiosamente coinciden con 3 viajes
importantes que tuve la oportunidad de hacer.
PRIMERA PARADA:
Trinidad y Tobago (3 Semanas en abril) trabajé como
profesora de música en un Campamento Bilingüe. Ha sido la experiencia más
impactante que he tenido en mi ámbito profesional, tratar con 80 niños entre 4
y 12 años, de habla inglesa y con otra cultura…es todo un reto. Sin embargo,
descubrí habilidades que no sabía que poseía y pude lograr el objetivo
propuesto que era enseñarles español utilizando la música como recurso.
SEGUNDA PARADA:
Tegucigalpa, Honduras (3 días después de haber llegado de
Trinidad) asistí a la primera Cumbre de Lideres de Jóvenes de las Iglesias de
Cristo. Fue un fin de semana fuera de lo común, lleno de emociones y
aprendizajes. Conocí mucha gente con una autentica relación con Dios. Y aunque
la mía estaba bastante encaminada, creo que en ese lugar fue donde me reconecté
con Dios y retomé ese primer amor.
TERCERA PARADA:
Miami y Orlando, USA (2 semanas en Octubre) tuve la
oportunidad de visitar unos grandes amigos y de asistir a una Convención
Juvenil en la cual conocí varios de mis cantantes favoritos como Christine D’Clario,
Jesús Adrián Romero, Marcos Witt y Marcos Vidal. Aprendí mucho en los
seminarios y min italleres pero hubo uno en especial que me llegó como anillo
al dedo, se trata del mini taller ofrecido por Kristy Motta sobre “Buscando mi
identidad”.
Todos en algún momento de nuestra vida nos hemos preguntado:
¿Para qué nací? O ¿Para qué Dios me creó? Nos la pasamos buscando ese “llamado”
o “ministerio” que tiene grabado nuestro nombre. En otra publicación les compartiré los apuntes
sobre este mini taller, pero ahora quiero decirles cuál es la relación de estos
3 momentos específicos que tuvieron gran impacto en mi vida. Mi 2013 fue un
Deja Vu; es decir, la película comenzó por el final. Lo ideal hubiera sido que
ocurriera en este orden: sentir la necesidad de identificar mi ministerio
personal, luego consolidar mi relación con Dios a fin de que El me indique para
qué me creó y finalmente, mostrarme mi ministerio. Pero ahora analizando las
cosas, todo sucedió al revés: primero me mostró mi ministerio; es decir, me
hizo darme cuenta del talento nato que tengo (enseñar a niños), luego me
presentó gente maravillosa como ejemplos de vidas transformadas por el Espíritu
Santo y luego me dio el taller con toda la teoría.
Ahora todo tiene sentido para mi. Cada día me convenzo de
que nada sucede por casualidad. A Dios gracias por haberme otorgado este
ministerio y claro…por bendecirme con esos 3 viajes. (El sabe cuánto amo los
aviones. Y fueron 15 en total! Woho!)
PD. Tengo un segundo ministerio: escribir! :)
¿Ya sabes cuál es tu ministerio?
@Lilimusical
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